“No odiarás de corazón a tu hermano…No te
vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como
a ti mismo”. Estas normas forman parte
de una amplia lista de prescripciones
morales y cultuales. El libro del Levítico les otorga la máxima autoridad al
presentarlas como un mensaje de Dios a Moisés (Lev 19,17-18).
Así pues, el texto contiene
dos prohibiciones y una exhortación. Ya son importantes esas limitaciones al
odio y a la venganza. Con ellas podrían funcionar bastante bien una familia y
una aldea, una ciudad y un país. ¿Y por qué no la comunidad internacional?
Pero el mensaje divino va
más allá. Dios pide a los miembros de su pueblo que amen a los demás como a sí
mismos. Eso significa que hay que aprender a amarse a sí mismo. Y hay que ver
al otro como una proyección de uno mismo. No es facil. Pero habrá que tratar de
ensayar ambas propuestas.
El salmo 102 sugiere un buen motivo para actuar
de esa forma. El Señor es compasivo y misericordioso. Y eso basta. Tratar de
imitar el modo de ser de Dios no debería sonar como un peso o una carga, sino
como el más grande de los honores.
DEL ODIO AL AMOR
El evangelio que hoy se
proclama forma parte del Sermón de la Montaña (Mt 5, 38-48). Poco antes, Jesús
nos revela el sentido positivo de tres preceptos aparentemente negativos: No
matar, no adulterar y no jurar. Hoy se añaden otros dos preceptos.
• “Habéis oído que se dijo:
Ojo por ojo diente por diente”. Esa famosa norma del talión no era un permiso
para la venganza. Era una restricción de la venganza salvaje que reivindicaba
Lamec, descendiente de Caín. Pero Jesús aconseja romper la espiral de violencia
y ser generoso en el servicio a los demás.
• “Habéis oído que se dijo:
Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. El amor estaba ya prescrito en
el libro del Levítico. Aborrecer al enemigo era la regla y el estilo de algunas
comunidades tan fanáticas como radicales. Pero Jesús aconseja terminar con los
enemigos por el sencillo expediente de amarlos.
NI PECADORES NI PAGANOS
¿Qué razones pueden movernos
a pasar de la indiferencia a la cercanía y del odio al amor? No podemos darnos
por satisfechos con un premio terreno por nuestro buen comportamiento. Jesús
enuncia dos motivos importantes.
• Es preciso superar los criterios y las
actitudes de los paganos, y los pecadores. Estos aman a los que comparten su
suerte y sus ideales. Pero el seguidor de Jesús ha de tratar de superar ese
nivel de comportamiento. Ha de amar aun a los enemigos.
• Es preciso ir más allá de
lo socialmente admitido, de lo políticamente correcto. Hay que aprender a remar
contra corriente. Y eso no para esperar un premio terreno. Sino porque así es
como se comporta Dios. ¿Hay algún motivo más alto?
- Señor Jesús, para exhortarnos amar a nuestro
prójimo, aunque nos haya hecho mal, tú pones ante nuestros ojos la imagen del
Padre celestial. Él hace salir su sol sobre buenos y malos y manda la lluvia
sobre justos e injustos. Que tu Espíritu nos ayude a imitar la bondad y el amor
del Padre. Amén.
José-Román
Flecha Andrés