PREPARAR
EL CAMINO
“Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro
con mi Dios”. Esas palabras, tomadas de la tercera parte del libro de Isaías
(Is 61,10), resumen el ambiente de alegría que caracteriza a este domingo
tercero del Adviento. Nos alegramos, anticipando ya la celebración del
nacimiento de Jesús.
En
el salmo responsorial se retoma el canto de María, que resuena todas las tarden
en la oración oficial de la Iglesia católica: “Se alegra mi espíritu en Dios mi
Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava”. La alegría humana es
un eco y una celebración de la intervención divina en la historia.
Y
el tema de la alegría retorna en la segunda lectura de la misa de este domingo.
En ella se evoca el primer escrito
apostólico, para recoger una preciosa exhortación de san Pablo a los cristianos
de Tesalónica: “Estad siempre alegres. Sed constantes en orar” (1Tes 5,16). Se
ve que la oración y la alegría se exigen mutuamente.
LOS
SENDEROS
El evangelio de este domingo tercero del
Adviento recuerda de nuevo la figura y el mensaje de Juan el Bautista. Hay dos
imágenes que lo definen:
•
“No era él la luz, sino testigo de la luz”. Ninguno de los profetas era la luz.
En todo caso, anunciaban su aparición futura. Juan ya está un paso más cerca
del único que es la luz del mundo. Desde él, todos los creyentes en Cristo
tenemos esa gozosa y arriesgada misión de ser en nuestro mundo testigos
creyentes y creíbles de la Luz.
•
“Yo soy la voz que grita en el desierto”. En la segunda parte del libro de
Isaías se daba cuenta de una voz celestial que exhortaba a preparar a través
del desierto un camino para Dios, que se identificaba con su pueblo. Ahora Juan
se presenta como una voz terrena que se alza en el desierto. Los creyentes de
hoy no podemos ignorar esa voz.
Es
más, ya vemos que entre nosotros han surgido hombres y mujeres que han alzado
su voz en el desierto. Nos han recordado la misericordia de Dios. Nos han
exhortado a ver a Dios en los más pobres y humillados de la tierra. Y han dado
la vida por su coherencia. Este tiempo es la hora de los testigos y de los
portavoces.
EL
ENCUENTRO
Siempre
nos llama la atención tanto el extraño vestido del Bautista como su dieta de
saltamontes y miel silvestre. Pero casi siempre olvidamos su humildad y su
mensaje.
•
“En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. Esa voz de Juan se dirige hoy a
cada uno de nosotros. El Señor se ha acercado cientos de veces a nosotros y
otras tantas veces hemos decidido ignorar su presencia.
•
“En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. Esa voz del Bautista se dirige
también a toda la Iglesia. El Señor está en la comunidad que él ha convocado.
Pero todos podemos caer en la tentacion de la mundanidad, denunciada por el
papa Francisco.
• “En
medio de vosotros hay uno que no conocéis”. Esa voz del profeta del desierto ha
de dirigirse también hoy a toda la humanidad. ¿Cuántas crisis y cuántas guerras
harán falta para que preste atención al paso de Dios por la historia?
- Señor Jesús, Ayúdanos a caminar en tu luz y
a escuchar la voz de los profetas de hoy que nos recuerdan tu presencia entre
nosotros.
José-Román Flecha Andrés