LA LLAMADA
“Vino el Señor, se detuvo y llamó como las otras
veces: ¡Samuel, Samuel! Y él respondió: Habla Señor, que tu siervo escucha”. En
este precioso relato por tres veces llama el Señor al niño Sanuel en el
santuario, donde se encontraba el Arca de Dios (1Sam 3,3-10.19).
La palabra de Dios irrumpe en medio de las tinieblas. Dios
elige a un niño y lo llama durante la noche. El niño cree que es el sacerdote
Elí y acude a él. Cuando al fin se convence
de que es Dios quien lo llama, se muestra dispuesto a escuchar su voz. Y Dios
lo hace portador de una palabra que ha de dirigir al sacerdote.
Con toda propiedad el salmo pone en nuestros labios
una oración que evoca la disponibilidad de aquel niño-profeta: “Aquí estoy,
Señor, para hacer tu voluntad” (Sal 39).
De
la reflexión de san Pablo a los
Corintios sobre la dignidad del cuerpo humano (1Cor 6,13-20) podemos subrayar
hoy una conclusión que responde a nuestra verdad más profunda: No nos
pertenecemos, puesto que hemos sido comprados a un alto precio.
LA BÚSQUEDA
En el texto del evangelio de san Juan que hoy
se proclama (Jn 1,35-42) aparece una vez más la figura de Juan Bautista.
Mirando a Jesús que pasa, se dirige a dos de sus discípulos y les dice: “Este
es el Cordero de Dios”. Basta esa indicación para que ellos se decidan a seguir
a Jesús. El evangelio recoge tres frases
de un diálogo definitivo:
• “¿Qué buscáis?” Esas son las primeras palabras de Jesús que
aparecen en el evangelio de Juan. Jesús comienza su misión preguntando. Esa pregunta
la repetirá en el huerto de Getsemaní a los que llegan a prenderlo. Y la
dirigirá también a María Magadalena el primer día de la semana.
•
“Maestro, ¿dónde vives?” En los salmos aparece la pregunta: “¿Dónde está Dios?”
Mientras las gentes de Israel buscaban a Dios en el Templo. Dios se hace
presente en Jesús. Donde quiera que él viva allí resonará la voz de Dios.
•
“Venid y lo veréis”. Las gentes de Israel temían acercarse a la montaña de
Dios. Serían invitadas con frecuencia a “escuchar” la voz de Dios. Esa actitud
será siempre válida. Pero ahora la palabra de Dios se ha hecho carne. Ha
llegado el momento de “ver”.
EL
ENCUENTRO
El
texto nos deja en suspenso ante el secreto de las palabras que pudieron
cruzarse entre Jesús y los dos discípulos de Juan. Solo contamos con una frase que
no puede dejarnos indiferentes: “Fueron, vieron donde vivía y se quedaron con
él ese día”.
•
“Fueron”. También hoy es preciso salir de nuestra comodidad para ponernos en
camino y acercanos al que es la verdad y la vida.
•
“Vieron donde vivía”. También hoy es necesario abrir los ojos para percibir la
presencia del Señor en nuestro mundo.
•
“Se quedaron con él ese día”. También hoy se nos ofrece la oportunidad de
permanecer junto a nuestro Maestro para hacer nuestro su mensaje.
-
Señor Jesús, los discípulos de Juan te siguieron a la hora del incienso de la
tarde. Mientras las gentes de Israel acudían al templo, ellos se encontraron
contigo. Tú eres ya para nosotros la revelación de Dios. Tú eres la Palabra que
nos invita al seguimiento. La Palabra que puede cambiar nuestra vida. Bendito seas por siempre. Amén.
José-Román Flecha Andrés