lunes, 12 de marzo de 2018

CADA DIA SU AFÁN 17 de marzo de 2018


                  APÓSTOLES PARA LOS JÓVENES

En torno a la fiesta de San José, que se celebra el día 19 de marzo, en muchas diócesis se organiza el Día del Seminario. Es una buena ocasión para preguntarnos cómo va el seminario de nuestra propia diócesis. ¿Cuántos seminaristas hay? ¿De donde provienen? ¿Cómo los ha llamado el Señor? ¿Qué significa para ellos seguir a Jesús?
Según el papa Juan XXIII, “seguir la voz del Señor, que llama, significa encontrar la propia vida para dedicarla a Cristo y al Evangelio” (16.12.1961). A escuchar esa llamada ha de ayudar no solo la familia, sino toda la comunidad cristiana. Y para cultivarla, ahí está el seminario.
El seminario es el corazón de la comunidad diocesana. Es verdad que la Iglesia es nuestra madre. Nos ha engendrado y nos ha guiado por el camino de la fe. Pero la Iglesia es también nuestra hija. Hay que tratar de engendrarla con fe, con esperanza y con un sincero amor. Todos hemos de preguntarnos por qué caminos ha de discurrir su andadura en los próximos años.
Hoy nos preocupa el escaso número de vocaciones al sacerdocio con el que contamos en este momento y en nuestro ambiente. El problema no es nuevo. Pero hoy nos preguntamos qué será de una comunidad cristiana que puede carecer de la guía espiritual de estos pastores elegidos y enviados por el Señor.
En su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, el papa Pablo VI escribía que, frente a la realidad de la escasez de vocaciones, ningún cristiano podría permanecer indiferente, “sin sentirse culpable de vileza o sin dar prueba de sensibilidad hacia un deber de cada uno de los miembros del pueblo de Dios” (15.3.1970).
En este año 2018,  el Día del Seminario tiene un carácter un poco especial. En el próximo tendrá lugar en Roma el Sínodo de los Obispos, que tendrá como tema  “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Así que, en esta ocasión, la jornada del Seminario  se ha centrado en muchos lugares sobre el lema “Apóstoles para los jóvenes”.
Es una buena ocasión para preguntarse  cómo son y como viven los jóvenes en nuestro ambiente. Cuáles son sus esperanzas y también sus frustraciones. Pero es necesario preguntarse qué significan para ellos Jesucristo, la Iglesia y la fe. Antes de lo que ellos se imaginan, formarán la generación que ha de recibir la responsabilidad de la Iglesia.
Pues bien, el Seminario está ya formando a los que son y han de ser con generosidad y alegría los apóstoles de estos jóvenes de hoy. Los seminaristas de hoy han de conocer el lenguaje para dirigirse a ellos. Y seguramente han de escuchar lo que ellos piden a la sociedad y pueden ofrecerle.
El Seminario puede y debe ser  hogar, escuela y santuario. Y en él han de encontrar los jóvenes de hoy un espacio para el diálogo, para la oración y para proyectar el futuro.
                                                            José-Román Flecha Andrés