lunes, 30 de abril de 2018

CADA DÍA SU AFÁN 5 de mayo de 2018

                                                 
ENTRE LA SOLEDAD Y EL SERVICIO

En la exhortación apostólica “Gaudete et exultate”, firmada por el papa Francisco el día 19 de marzo, solemnidad de San José, hay muchos puntos interesantes. Como esa aparente confrontación entre la acción y la contemplación.
Estamos llamados a construir el  reino de Dios: un reino de amor, de justicia y de paz para todos. Esa tarea requiere un esfuerzo personal. De hecho, afirma el Papa: “No te santificarás sin entregarte en cuerpo y alma para dar lo mejor de ti en ese empeño” (GE 25).
De acuerdo. Pero a continuación, el documento papal incluye unas palabras que pueden ser provocadoras: “No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio” (GE 26).
En otros tiempos se nos decía que el activismo con el que pensamos salvar el mundo será vano y estéril si no va acompañado por la oración. Y se recordaba el ejemplo del santo Cura de Ars. ¿Es que el Papa olvida el valor de la oración y desprecia el carisma de la contemplación?
No se trata de separar, sino de integrarlo todo en nuestra misión. “¿Acaso el Espíritu Santo puede lanzarnos a cumplir una misión y al mismo tiempo pedirnos que escapemos de ella, o que evitemos entregarnos totalmente para preservar la paz interior?” (GE 27).  
A veces olvidamos entregarnos a los demás y vivir la fe como un compromiso. Buscamos la paz interior y vemos la acción como una distracción. Y otras veces  nuestra acción pastoral está “movida por la ansiedad, el orgullo, la necesidad de aparecer y de dominar”. Las dos tentaciones nos alejan de la santidad.
Por si no quedaba claro, el Papa nos exhorta a no despreciar los momentos de quietud, soledad y silencio ante Dios. Por eso nos  llama la atención sobre los recursos tecnológicos, los viajes, las ofertas para el consumo, que a veces no dejan espacios donde resuene la voz de Dios.
Cuando los ruidos nos aturden, no reina la alegría sino la insatisfacción de quien no sabe para qué vive. “Necesitamos detener esa carrera frenética para recuperar un espacio personal, a veces doloroso pero siempre fecundo, donde se entabla el diálogo sincero con Dios” (GE 29).  
En este tiempo, todos deseamos tener un tiempo libre, pero lo dedicamos  a “utilizar sin límites esos dispositivos que nos brindan entretenimiento o placeres efímeros”. Con ello se resiente la misión, se debilita el compromiso y se recorta el servicio a los demás (GE 30). 
La conclusión es clara: “Nos hace falta un espíritu de santidad que impregne tanto la soledad como el servicio, tanto la intimidad como la tarea evangelizadora, de manera que cada instante sea expresión de amor entregado bajo la mirada del Señor. De este modo, todos los momentos serán escalones en nuestro camino de santificación” (GE 31).
                                                                     José-Román Flecha Andrés.