RESURRECCIÓN Y ESPERANZA
En su exhortación “La alegría del Evangelio”, el
Papa Francisco nos ha invitado a reflexionar
sobre la acción misteriosa del Resucitado. Ese es uno de los motivos que
nos impulsan a la evangelización en este preciso momento de la historia. El pesimismo puede generar en nosotros la
apatía. Pero la fe nos insta a superar la comodidad y la flojera. La tristeza de la insatisfacción nos destruye
porque nadie puede vivir sin esperanza. El Papa nos ofrece, al menos, siete
puntos de reflexión para el tiempo de Pascua.
1. “Si pensamos que las cosas no van a cambiar,
recordemos que Jesucristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno
de poder. Jesucristo verdaderamente vive. De otro modo, «si Cristo no resucitó,
nuestra predicación está vacía» (1 Co 15,14).
2. La fe nos invita a descubrir a Jesucristo vivo
y a vivir con él. “Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de
nuestra esperanza, y no nos faltará su ayuda para cumplir la misión que nos
encomienda”.
3. Nuestra tradición puede llevarnos a pensar que
tanto la muerte como la resurrección de Cristo son tan solo un recuerdo. Pero
no es así. “Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida
que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes
vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable”.
4. Siempre nos acecha la tentación de pensar que el
mal es invencible. Sin embargo, es posible la esperanza. “Los valores tienden
siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido
muchas veces de lo que parecía irreversible. Ésa es la fuerza de la
resurrección y cada evangelizador es un instrumento de ese dinamismo”.
5. A veces el desaliento brota de la
experiencia de nuestros propios fracasos. Pero la fe nos levanta de nuestra
postración. “La fe es también creerle a Él, creer que es verdad que nos ama,
que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que
saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad. Es creer que Él
marcha victorioso en la historia «en unión con los suyos, los llamados, los
elegidos y los fieles» (Ap 17,14)”.
6. En medio de la mala hierba, crece
también la buena semilla. “La resurrección de Cristo provoca por todas partes
gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la
resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque
Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la
esperanza viva!”
7. No siempre vemos esos brotes. Pero la fe nos
ofrece la certeza de una fecundidad impensable. “Uno sabe bien que su vida dará
frutos, pero sin pretender saber cómo, ni dónde, ni cuándo... Aprendamos a
descansar en la ternura de los brazos del Padre en medio de la entrega creativa
y generosa”.
José Román Flecha Andrés